He comparado mi WiFi con el 5G de mi Galaxy dentro de casa y me he llevado una sopresa: no siempre gana el router

Me he puesto a medir la señal que llega a mi móvil habitación por habitación. Mi sorpresa ha sido mayúscula

Manuel Naranjo

Editor

Durante años di por hecho que, estando en casa, el WiFi del operador era siempre la mejor opción. La cosa cambió cuando, por curiosidad, empecé a hacer pruebas con el 5G de mi Galaxy habitación por habitación y descubrí algo que no esperaba: según dónde estuviera, la conexión era mejor según a qué red me conectara… y por mucha diferencia.

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Por qué me dio por comparar el WiFi con el 5G

Un día noté algo raro: en el salón el WiFi iba perfecto, pero al moverme por la casa la experiencia cambiaba demasiado. En algunas habitaciones, las páginas tardaban en cargar, los vídeos no descargaban a buena velocidad y, sin embargo, cuando tiraba de datos móviles, todo iba bastante más fluido.

Así que un día me armé de paciencia, abrí una app de test de velocidad y me puse a medir en cada rincón con dos escenarios muy simples: conectado al WiFi del operador y con el 5G del Galaxy.

La pretendía hacer una prueba de laboratorio, sino hacer algo muy realista: ver cómo se comporta la conexión cuando quiero ver una serie, usar redes sociales o trabajar con el portátil compartiendo datos desde el móvil.

El salón: territorio del WiFi

En el salón, donde tengo colocado el router, el WiFi gana sin problema. La señal es fuerte, la latencia baja y el ancho de banda más que suficiente para todo: tele conectada, portátil, móvil, consola… Aquí el 5G del Galaxy también saca buenas cifras, pero no tiene ningún sentido gastar datos cuando el WiFi está en su mejor escenario.

Incluso cambiando de banda entre 2,4 y 5 GHz, el resultado es el mismo: máxima estabilidad. Es el típico punto de la casa en el que la fibra se luce y donde realmente se justifica lo que le pagas al operador.

Cocina y baño, enemigos silenciosos del WiFi

La película cambia en cuanto entras en la cocina o el baño. Entre azulejos, paredes gruesas y electrodomésticos, la señal del WiFi empieza a flojear. Los tests mostraban caídas de velocidad claras y pequeños cortes que se notan cuando estás viendo vídeos o haciendo una videollamada rápida.

En estas habitaciones, el 5G de mi Galaxy se comporta mejor. No siempre da la velocidad máxima que consigo en la calle, pero sí una conexión más estable que el WiFi debilitado del router del pasillo. Al final, el móvil depende de la antena exterior, no de atravesar media casa a través de paredes y puertas.

Dormitorio principal: el WiFi se impone

El dormitorio principal está muy cerca del salón. Por eso aquí el WiFi se sigue imponiendo al 5G. Las pruebas dejaban una conclusión bastante clara: la señal pierde algo de fuerza respecto al salón, pero se mantiene estable y sin grandes sobresaltos. Para ver series en la cama, navegar un rato o revisar correos, la red del operador cumple sin hacer dramas.

El 5G, en cambio, era más irregular. A veces iba muy rápido y otras se notaban cambios bruscos de una medición a otra, seguramente por cómo entra la cobertura en esa parte de la casa. Al final, para algo tan cotidiano como usar el móvil por la noche o usar un momento con el portátil, preferí quedarme con el WiFi.

Segundo dormitorio: el reino del 5G

La sorpresa llegó en el segundo dormitorio. Es más interior, con más paredes de por medio y algo más apartado del router. Aquí el WiFi llega, pero se nota que va justo: la velocidad baja, la latencia sube y cualquier descarga un poco pesada se hace larga. En cambio, el 5G del Galaxy se luce. Las cifras de velocidad eran claramente mejores y, sobre todo, mucho más estables.

Para hacer videollamadas o usar el portátil compartiendo Internet, me compensa más tirar de 5G que insistir con un WiFi que está al límite. Es uno de esos casos en los que te das cuenta de que la red móvil no es solo un plan B, sino la mejor opción según la habitación en la que estés.

En resumidas cuentas, después de recorrer la casa entera con el móvil en la mano, me quedó claro que no se trata de elegir entre WiFi y 5G para siempre, sino de saber cuándo usar cada uno. Cerca del router y en el dormitorio principal, el WiFi del operador sigue siendo la opción más lógica y equilibrada. En la cocina, el baño y, sobre todo, en el segundo dormitorio, el 5G de mi Galaxy se ha convertido en el aliado que salva la situación.

Ahora juego con ambos sin manías: WiFi cuando tiene sentido, datos cuando sé que la señal de casa no va a dar más de sí. Y solo con ese cambio de chip he reducido bastante las cargas eternas, los cortes tontos y esa sensación de que “Internet va mal”.

Imágenes | Manuel Naranjo

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