En casa ya no usamos tableros: el Impostor ha hecho que el móvil también sea imprescindible para jugar

“Dejad el móvil”. Esta es probablemente una de las frases más repetidas en la mesa navideña desde que los smartphones se hicieron con nuestra atención. Pero, ¿y si en lugar de dejarlos apartados pudiésemos convertirlos en el centro del entretenimiento de estas fechas? Este año, hay un juego que lo ha conseguido y se ha convertido en todo un fenómeno social que ha unido frente al móvil a niños y abuelos: el Impostor.

El móvil como aliado para el entretenimiento. Mi familia es de lo más variopinta, con una diferencia de edad de 60 años entre el más pequeño y el más mayor. Encontrar una actividad que entretenga a todos es muy complicado. La respuesta, cómo no, estaba en el móvil. Lejos de dividirnos y fomentar el individualismo, este año hemos conseguido utilizarlo a nuestro favor.

Existen muchos juegos que pueden jugarse a través del móvil pero que fomentan la comunicación y la interacción entre los presentes. Creo que el éxito del Impostor este año ha sido precisamente este, derribar la barrera tecnológica y ofrecer un juego gratis, fácil de entender, con una dinámica rápida y partidas muy cortas en el que todos podemos participar.

Solo necesitas una app. Para jugar al Impostor necesitamos un móvil, que es el elemento que marca el comienzo de las partidas, pero, a partir de ahí, todo transcurre alrededor de la mesa o en el sofá. Hay varias aplicaciones que hacen la misma función, en mi casa hemos estado usando ‘Splash - Party Games’ (disponible gratis en Play Store para Android y también en App Store para iOS) porque es muy fácil de utilizar y tiene más juegos aparte de este.

El funcionamiento es tan simple como personalizar la partida con el número de jugadores que seáis, el tiempo que queréis que dure cada ronda y las categorías de las palabras. Una vez configurado, pasáis el móvil a cada jugador, que “mirará” su carta. Si tiene una palabra asignada, es un civil, si no tiene ninguna palabra, es el impostor.

A partir de aquí, se activa el temporizador y comenzáis a decir, por turnos, una palabra relacionada con la palabra que ha salido en esta ronda. El objetivo es cazar al impostor, que a su vez tiene que disimular bien.

Un fenómeno social. Los viejos clásicos como el Trivial o el Monopoly se han ido quedando obsoletos ante el atractivo de las pantallas. Alternativas como el Impostor se abren paso en un escenario en el que los móviles son el centro de todo, también del tiempo de ocio de las sobremesas.

La ventaja es poder personalizar las partidas en función del número de jugadores que seamos y que, aunque el teléfono siempre se queda a la vista y es el maestro de ceremonias imprescindible, toda la partida se desarrolla “en el mundo real”, con una mecánica tan sencilla que los más pequeños y los más mayores pueden jugar juntos y pasar un rato muy divertido.

Imagen de portada | Alejandro Alcolea para Xataka (con edición de Gemini)

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