El boca a boca, la ausencia de obligación de compartir la red y sin presión de accionistas, claves para el éxito de lo local
En España, hablar de conectividad rural es hablar de contrastes. Mientras que en las grandes ciudades la fibra óptica y el 5G son ya un estándar, en muchos pueblos pequeños y zonas alejadas la situación todavía está marcada por la brecha digital. Y aunque pueda parecer lógico que el operador histórico, Telefónica, se encargue de llevar la red a todos los rincones, la realidad es otra: no le compensa económicamente.
En cambio, son los pequeños operadores locales y regionales los que están liderando el despliegue en esas áreas. El motivo no es casualidad, sino una cuestión de lógica empresarial, de estructura de costes y de modelos de negocio adaptados a entornos donde la rentabilidad se mide de forma muy distinta a como se hace en Madrid, Valencia o Barcelona.
Telefónica y la lógica de la gran escala
Telefónica, como operador dominante en España, siempre ha orientado su estrategia de inversión hacia zonas con mayor densidad de población. La ecuación es sencilla: cada kilómetro de fibra desplegado en un barrio de ciudad conecta a decenas o cientos de hogares, mientras que en una aldea de 200 habitantes, esa misma inversión puede acabar dando servicio solo a unas pocas decenas de clientes.
Esto se traduce en tres problemas principales en el rural:
- Alta inversión inicial: más kilómetros de cable por cada hogar conectado.
- Menor número de clientes potenciales: el mercado es pequeño y limitado. Además, Telefónica ha estado obligada por el regulador a alquilar sus redes a otras compañías, lo que reducía todavía más el número de clientes propios.
- Plazos de amortización largos: la inversión tarda mucho más en recuperarse.
Por tanto, para Telefónica es más rentable reforzar la red urbana o modernizar servicios donde ya hay clientes de alto valor, que adentrarse en el difícil terreno de los pueblos aislados.
Las ventajas estratégicas de los operadores rurales
Los operadores locales juegan con una ventaja que los grandes nunca podrán replicar: la cercanía. Conocen a sus clientes, saben dónde están los problemas reales y entienden la importancia que tiene para un municipio estar conectado.
Además, su trato directo con ayuntamientos y administraciones locales agiliza permisos y despliegues que para una multinacional pueden ser trámites interminables.
Los operadores rurales han aprendido a ser flexibles. Entre sus estrategias más habituales encontramos:
- Aprovechamiento de infraestructuras existentes: reutilizan postes de luz o canalizaciones ya instaladas.
- Estructuras más ligeras: menos burocracia y costes operativos ajustados.
- Si son el único operador de fibra local, la rentabilidad del despliegue será más rápida.
- Ofertas adaptadas al poder adquisitivo local: tarifas competitivas y sin extras innecesarios.
Esto les permite ser rentables con un número reducido de clientes, algo imposible para Telefónica con su estructura.
Telefónica tiene la presión de los accionistas
Como compañía cotizada, Telefónica debe priorizar inversiones con retorno claro a corto y medio plazo. Apostar por pueblos pequeños significa esperar muchos años para recuperar la inversión, algo que no encaja con las expectativas del mercado.
Y paradójicamente, lo que para Telefónica es un problema, para los operadores rurales es una oportunidad. Su escala reducida, la cercanía al territorio y su capacidad de adaptarse hacen que sean ellos los que estén cerrando la brecha digital en España.
El resultado es que hoy en día, gracias a estos pequeños actores, miles de pueblos cuentan con conexiones de fibra que, de otro modo, probablemente nunca hubieran llegado. Telefónica sigue siendo el gigante que domina las grandes ciudades, pero en el rural español, los verdaderos protagonistas son otros.
En Xataka Móvil | Los operadores ya saben como exprimir su fibra más 'obsoleta'. Con una velocidad inédita en España a 2 Gbps.
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