Hay pocas pero las diferencias de Starlink frente otras conexiones a internet por satélite son aplastantes
Durante años, hablar de internet por satélite era sinónimo de resignarse a una conexión lenta, cara y con un tiempo de respuesta desesperante. Varias empresas llevan décadas ofreciendo servicio a particulares con satélites en órbita geoestacionaria (GEO), a unos 36.000 kilómetros de la Tierra. Sin embargo, en ese escenario ha irrumpido Starlink, la propuesta de SpaceX, que de momento juega en otra liga.
La clave no está en la velocidad de bajada que vemos en los tests de conexión, sino en algo mucho menos vistoso pero infinitamente más decisivo: la latencia.
LEO contra GEO: la diferencia que lo cambia todo
Mientras las operadoras clásicas de satélite continúan usando grandes satélites en órbita GEO, Starlink ha desplegado ya una constelación activa de satélites en órbita baja (LEO), a unos 550 km de altitud. Esa diferencia de altura lo cambia absolutamente todo.
- Satélites GEO (36.000 km): la señal tarda alrededor de 800 ms en completar el viaje de ida y vuelta. Cada clic, cada petición de datos, cada inicio de videollamada arrastra casi un segundo de espera.
- Satélites LEO (550 km): la latencia desciende a 20–40 ms, cifras prácticamente idénticas a las de la fibra óptica doméstica. Además cuenta con tecnologías innovadoras para mejorar la experiencia.
El resultado no es que las webs carguen más deprisa por tener más velocidad contratada, sino que empiezan a cargar de inmediato. Y esa inmediatez es lo que da la sensación de que Starlink “vuela” en comparación con otros proveedores satelitales.
La sensación de fluidez no se mide en megas, se mide en milisegundos
Aunque la velocidad contratada sea idéntica en ambos sistemas, la latencia marca la diferencia. Con GEO, un clic en cualquier enlace implica esperar casi un segundo a que la web empiece a responder.
Si a eso se le suman imágenes, scripts y recursos, la navegación se vuelve frustrante. En cambio, con LEO, la interacción es prácticamente instantánea, lo que se traduce en una experiencia mucho más parecida a la fibra.
Esa inmediatez es crítica en ciertos usos:
- Videollamadas: con 800 ms de retraso, las conversaciones se interrumpen constantemente y se generan silencios incómodos.
- Juegos online: directamente impracticables con GEO. Con LEO, en cambio, son perfectamente jugables.
- Trabajo remoto o navegación web: con alta latencia, cada acción se siente como un “lag” constante.
De hecho, más allá de lo técnico, hay un impacto psicológico: el llamado “efecto lag”. Una web que tarda en responder genera frustración, ansiedad y en muchos casos abandono. En tiempos donde la inmediatez manda, ese segundo de espera puede marcar la diferencia entre seguir usando un servicio o cerrarlo.
El presente es de Starlink, pero el futuro tendrá rivales
Hoy por hoy, Starlink no tiene competencia real en el terreno del internet satelital LEO. Empresas como Telesat, Amazon Kuiper, Quinfan o Eutelsat ya han anunciado constelaciones similares, pero aún no ofrecen servicio a usuarios finales.
Eso coloca a Starlink en una posición privilegiada: no sólo es el primero, sino que ya tiene la infraestructura funcionando con cientos de miles de clientes repartidos por todo el mundo. Su gran ventaja no está en los megas por segundo, sino en haber cambiado las reglas del juego gracias a una latencia de fibra desde el cielo.
En definitiva: Starlink no es más rápido porque descargue más rápido, que también, sino porque responde antes. Y cuando se trata de internet, esa diferencia de milisegundos es lo que separa una conexión que desespera de otra que parece no tener límites.
En Xataka Móvil | 50.000 satélites van a inundar el cielo antes de 2030. El problema es que se lanzan sin el debido control y hay riego de colapso.
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