La ciencia ha creado algo que creíamos solo para humanos: un “internet animal” con teléfonos para perros

La visión de un futuro “internet animal” sugiere hogares en los que perros, gatos y aves mantengan amistades digitales

Miguel Jorge

Editor

La universidad de Glasgow ha anunciado algo que podría ser objeto de una novela fantástica o una película de ciencia ficción. En esencia, a partir de ahora, conceptos como internet, teléfonos o pantallas táctiles han dejado de ser únicamente para humanos. El resto del reino animal entra en juego.

Un nuevo “internet”. Sí, la Universidad de Glasgow, en colaboración con instituciones como Northeastern University, ha impulsado un cambio de paradigma en la comunicación interespecie con lo que han denominado como “internet animal” que usa teléfonos para perros y pantallas táctiles para loros, además de sistemas que permiten a primates en zoológicos activar, bajo demanda, estímulos calmantes como sonidos, aromas o imágenes. 

La premisa es pasar de soluciones de enriquecimiento pasivas a herramientas digitales que otorguen a los animales agencia real para iniciar contacto social y modular su entorno, abriendo un espacio de interacción continua entre hogares, laboratorios y recintos zoológicos.

DogPhone. El equipo dirigido por Ilyena Hirskyj-Douglas creó el DogPhone, un dispositivo en el que un labrador, Zack, inicia la conexión con su dueña al levantar y sacudir una pelota electrónica con acelerómetro. Dicha acción abre una videollamada en el portátil y da al perro la capacidad de decidir cuándo interactuar

El sistema es bidireccional: la persona también puede llamar, y cualquiera de las dos partes puede aceptar o ignorar la comunicación, de modo que la interacción se basa en elección, no en imposición.

Pantalla para loros. Hay mucho más, ya que en la colaboración con Northeastern, 26 loros domésticos aprendieron a usar una pantalla diseñada para su fisiología, activándola suavemente con la lengua en lugar de picotear con el pico. El interfaz mostraba otros pájaros conectados para elegir con quién conversar, y los animales llegaron a emplearlo hasta tres horas diarias, con videollamadas de hasta cinco minutos. 

Las interacciones iban desde acicalarse o jugar con juguetes hasta intercambios vocales intensos, y el análisis posterior reveló que muchos establecieron “amigos favoritos”, reflejando preferencias sociales estables más allá de la relación con humanos.

Control del entorno. Además de la telepresencia, el grupo desarrolló tecnología para que monos y lémures en zoológicos activen por sí mismos estímulos relajantes (sonidos, olores o vídeos) cuando lo necesitan. 

Este diseño desplaza el foco desde la programación externa de actividades a la autogestión del bienestar por parte del animal, integrando señales sensoriales que reducen estrés y favorecen conductas naturales.

Financiación y ambición. Con una beca del European Research Council de 1,5 millones de euros, Hirskyj-Douglas plantea “reconfigurar de raíz” cómo los animales ejercen control sobre su entorno y ampliar de manera radical sus oportunidades de conexión social. 

El objetivo declarado es ir más allá de la mera videollamada: diseñar interfaces y flujos de actividad que permitan a los animales hacer cosas de forma interactiva, no solo comunicarse, incrementando su autonomía cognitiva y social.

Indicadores de bienestar. Los cuidadores reportaron que los loros parecían más felices al relacionarse en línea con otros congéneres, no únicamente con personas, y los datos de uso muestran no solo compromiso sostenido, sino también elección informada de contactos. 

En el caso de los perros, la posibilidad de iniciar contacto cuando están solos transforma la comunicación humano-animal en una experiencia recíproca donde el animal marca el ritmo, un matiz clave para evaluar bienestar y reducir ansiedad por separación.

Una nueva capa social. La visión de un futuro “internet animal” sugiere hogares en los que perros, gatos y aves mantengan amistades digitales con congéneres a miles de kilómetros, mientras que en zoológicos y centros de conservación, primates y otros animales gestionan estímulos y contactos de forma autónoma. 

Más que gadgets curiosos, estas interfaces apuntan a cubrir necesidades cognitivas y sociales que hoy apenas satisfacemos, esbozando un mundo en el que abrir una app o tocar una pantalla no solo comunica, sino que concede a los animales voz, elección y vínculos propios.

Imagen | PickPik, Ilyena Hirskyj-Douglas

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