Apple, marketing, y vanidad

Apple, marketing, y vanidad
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Durante la cobertura que hicimos en la Galaxia Xataka del evento Apple solo tenía una duda: la de cuál sería el precio del iPhone 5C. Los miembros del equipo habíamos hecho una pequeña porra durante el previo, y todos coincidimos en que el teléfono "menos caro" de los de Cupertino se situaría en los 450 dólares.

Y por supuesto, todos nos equivocamos. Mi reacción inicial, como la de casi todos, fue la perplejidad. Técnicamente el iPhone 5C no es más que un iPhone 5 "reciclado". No hay prácticamente diferencias internas, pero sí las hay en el apartado externo, donde el plástico parece dejar claro que este modelo era una versión "barata" (solo en apariencia) del iPhone 5. Craso error.

Y lo es porque a menudo los que nos dedicamos a los medios tecnológicos --y todos los que compartís esa pasión desde el otro lado de la pantalla-- cometemos el error de ver las cosas desde una perspectiva muy distinta a la de los usuarios "convencionales".

La gente juzga el libro por su portada

iPhone 5C colores

Es la magia del marketing, un área de Apple domina a la perfección. Puede que a muchos el iPhone 5C nos pareciera a priori un dispositivo poco convincente, pero eso no importa mucho, porque aunque a nosotros nos parezca más de lo mismo, al resto del mundo no se lo parece. ¿Por qué?

Pues precisamente por las dichosas carcasas de colores.

Esas carcasas tienen un efecto crítico en la percepción que el "usuario de a pie" tiene de los nuevos smartphones "baratos" de Apple. Porque para ellos el iPhone 5C no solo parece nuevo: es realmente nuevo (aunque a unos cuantos, insisto, no nos lo parezca). Lo contaba muy bien una periodista del New York Times que se encontró hablando de los nuevos iPhone con una persona que le atendió en una cafetería.

Le dije que los nuevos iPhone se iban a comenzar a vender en pocos días y sus ojos se iluminaron, asintió y dijo que quería uno de los modelos de colores. Le dije que yo había estado pensando en comprar el modelo dorado, aunque ahora mismo ya tenía un teléfono perfectamente válido. Me dijo que el dorado y plateado tenían buen aspecto, pero que no eran lo suficientemente llamativos para ella. La gente no podría saber de forma rápida si se trataba de un iPhone dorado echándole un vistazo.

--'Quiero que la gente sepa que este es un nuevo teléfono'.

Exacto. Eso es lo que quieren tanto ella como los millones de potenciales (seguros) compradores de este nuevo smartphone. Lo comentaba también recientemente uno de los cibergurús más leídos del panorama Apple. John Gruber, responsable del archiconocido Daring Fireball, analizaba los nuevos modelos y llegaba a la misma conclusión sobre el iPhone 5C:

Las personas con una orientación técnica probablemente vean al iPhone 5C como un "iPhone 5 rebautizado", pero la inmensa mayoría de la gente no tienen esa orientación técnica, y para ellos, si parece un nuevo iPhone, es que es un nuevo iPhone. Parafraseando a Stanley Kubrick, la realidad del iPhone 5C está en lo que sentimos de él, y no lo que pensamos de él. La mayoría de la gente toma decisiones de compra basándose tanto o más en las emociones que en la lógica.

A Gruber es difícil cogerle en un renuncio cuando habla de productos de Apple --se ha convertido en una autoridad en el tema-- y nuevamente da en el clavo con un producto que desde los medios se veía como algo aburrido, pero que probablemente supere las ventas del iPhone 5 al que sucede.

Apple mola, y ya está

Ahí está la clave. La gente quiere que sepamos que tienen un teléfono de última generación (aunque no lo sea). No necesitan saber qué procesador, memoria, cámara o pantalla ofrecen estos teléfonos, mientras el conjunto funcione razonablemente bien (o, en este caso, realmente bien). Lo que les importa es que su teléfono, simplemente, mole. Y Apple sabe mucho de molar.

iPhone 5

Voy a dejar el móvil en la mesa como quien no quiere la cosa. Para que vean cómo molo, ya se sabe.

Así es: una de las grandes ventajas de los productos de Apple es esa sensación de poseer algo que se salía de lo normal. Un producto de lujo, un producto diferencial desde dentro hasta fuera. El iPhone aprovechó ese tirón de forma magistral, y el iPhone 5C no es más que un capítulo más de esa realidad que Apple sigue aprovechando de forma sorprendentemente eficaz. Porque si parece nuevo, es que es nuevo.

Y si parece nuevo y es de Apple, por supuesto, mola.

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