Las restricciones de China sobre las tierras raras afectan especialmente al ámbito militar, mientras que el uso civil sigue asegurado
La cadena de suministro global sigue bajo el dominio de China, lo que complica las maniobras comerciales de Estados Unidos
Llevábamos unas semanas de aparente tranquilidad en las guerras comerciales entre Estados Unidos y China. Hasta ahora: Trump ha elevado los aranceles a su contrincante un 100 %; que se acumulan al 30 % ya vigente. Este movimiento vino por la decisión de China con sus tierras raras, imprescindibles para la fabricación de semiconductores.
Toma y daca. Tal vez China no haga tanto ruido, sus medidas contra su rival entran casi en el terreno del sigilo. Sin que pierdan efecto, solo hay que ver cómo se lo ha tomado Trump: China comienza a aplicar restricciones a la exportación de tierras raras, vitales para cualquier dispositivo tecnológico de última generación.
Los movimientos no son casuales, ambos países tenían planteada una reunión en la próxima cumbre APEC de Corea del Sur. Trump ya ha dicho que no tiene motivos para asistir, así lo explicó en su red social Truth. Aunque, de momento, no ha cancelado la visita.
¿Qué tienen las tierras raras? Pese al nombre, lo cierto es que no son tan peculiares: agrupan un conjunto de 17 elementos de la tabla periódica que se encuentran en la naturaleza combinados en distintas aleaciones. Su extracción y separación en metales puros es lo verdaderamente complicado. Y China es líder mundial en eso.
Las tierras raras son vitales para cualquier dispositivo electrónico, como los smartphones. Se usan en los imanes, en las pantallas y en todo lo que sean chips. Por tanto, cualquier país que quiera estimular la producción tecnológica en su territorio necesita acceso libre a las tierras raras. Y China le ha reducido el caudal a Estados Unidos.
Estados Unidos eleva hasta el 130 % la carga arancelaria total. Después de que China restringiese la exportación de las tierras raras, Donald Trump ha elevado un 100 % las tasas de importación a los productos chinos. Esto hace un 130 % en total, aunque todavía no ha entrado en vigor: lo hará el 1 de noviembre. Si es que se cumple, no es la primera vez que Trump retrocede en una de sus medidas arancelarias.
Los ataques de uno y otro bando buscan favorecer sus propios intereses en una guerra comercial que cada vez tiene más desigualdades. Si Estados Unidos es uno de los principales importadores para China, lo cierto es que el volumen se ha reducido considerablemente. Por contra, las exportaciones globales de China crecieron: esto indica cierto nivel de inmunidad ante los ataques comerciales de Estados Unidos.
Tierras raras sí, para defensa no. China redujo el caudal de exportaciones, pero no a todos los ámbitos: como ha especificado el Ministro de Comercio de China, las restricciones en tierras raras se dirigen al ámbito militar. Según el ministro:
Los dispositivos electrónicos de consumo no deberían tener problemas, la industria militar ya es otra historia. Sin una producción nacional a la altura de las necesidades (en 29 de los 50 minerales críticos domina China), Estados Unidos no tiene más remedio que negociar su importación de tierras raras. La única manera viable para Trump es el ataque.
Qué pasará a corto plazo. La guerra comercial entre las dos superpotencias ha ido pasando por diferentes escaladas y retrocesos, no sería extraño que surgiera un nuevo acuerdo que calmase las aguas. Al fin y al cabo, enseñar los dientes es solo una medida de amenaza: a ninguno de los dos países le conviene perder al otro como socio comercial. Y a Estados Unidos el que menos: China acapara gran parte de la cadena de suministro en sectores industriales clave.
Imagen de portada | ChatGPT editada
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