La IA generativa se ha convertido en un negocio millonario para la industria juguetera
Hablamos con dos expertos en crianza y educación para entender qué debemos mirar a la hora de elegir un juguete con inteligencia artificial
La Carta a los Reyes Magos tampoco se ha quedado fuera de la realidad actual en la que vivimos. La tecnología, las pantallas y la IA lo inunda todo y también se han colado en la lista de deseos de los más pequeños de la casa.
En la inteligencia artificial, los fabricantes de juguetes están viendo un importante filón para atraer la atención de sus potenciales compradores y también para modernizar una industria que parecía bastante estancada y que pedía a gritos adaptarse a nuestros días. Sin embargo, esto ha despertado una nueva preocupación en los adultos y es la necesidad de evaluar los riesgos de estos juguetes conectados y entender que no todos son iguales.
El lucrativo negocio de los juguetes con IA generativa
Mucho se ha hablado y debatido acerca del uso de pantalla en menores. Incluso, ya se han tomado medidas regulatorias excepcionales para minimizar el impacto de ciertas herramientas, como las redes sociales, en los más pequeños. Sin embargo, en ocasiones parece que nos estamos olvidando de algo que se está colando en cada resquicio de nuestra vida: la inteligencia artificial.
Empresas como OpenAI ya han firmado acuerdos de colaboración con grandes jugueteras, como Mattel, algo que perfila un nuevo paradigma sobre el que no podemos pasar de puntillas. Los juguetes con inteligencia artificial generativa permiten un nivel de personalización del juego mucho mayor, pero para ello pueden utilizar valores como el reconocimiento facial, el reconocimiento de la voz e incluso nuestras propias emociones.
Durante años, hemos señalado a las pantallas como las grandes villanas del juego de nuestros días, pero lo que veía después era todavía más controvertido. La obsesión no se está agotando, simplemente está cambiando de forma y, el camino, se está convirtiendo en un negocio muy lucrativo.
Según datos del Informe de Investigación de Mercado de Juguetes Inteligentes con IA, esta industria se valoró en 7.690 millones de dólares en 2025. Se espera que para 2035 el valor supere los 25.000 millones de dólares. En Europa, Alemania está en cabeza de este movimiento, mientras que en el resto del mundo lideran el ranking países como Australia (donde precisamente se han prohibido las redes sociales en menores recientemente), Estados Unidos y China.
Desde la Unión Europea, ya existe un marco regulatorio de la inteligencia artificial y precisamente en él se recogen cuatro niveles de riesgo que también se pueden aplicar a los juguetes con IA generativa:
- Riesgo mínimo: un juguete que usa IA para su funcionamiento pero no interactúa con el niño ni recoge sus datos. Por ejemplo, un coche teledirigido que usa la IA para evitar obstáculos.
- Riesgo limitado: por ejemplo, aquellos juguetes que utilizan un chatbot para responder preguntas.
- Riesgo alto: son los juguetes que utilizan datos biométricos, como el reconocimiento facial, para personalizar la experiencia.
- Riesgo inaceptable: son aquellos que utilizan técnicas subliminales o manipuladoras para incitar al niño a realizar ciertas actividades peligrosas o cuyo objetivo es manipular sus emociones.
El dilema de elegir un juguete con IA
Desde Xataka Móvil hemos hablado con dos expertos para entender cómo puede afectar un juguete con IA generativa al juego de los niños y en qué debemos fijarnos como padres o adultos a la hora de escoger un producto u otro.
Al preguntar por las ventajas y los riesgos de los juguetes equipados con IA, Juan García, divulgador en crianza digital, se muestra bastante escéptico ante la situación actual y explica que “dada la situación actual de los LLM tengo que echarle imaginación para encontrar alguna ventaja. Si ya es problemático acercarse a Gemini o ChatGPT como un juego, no digamos transformarlo literalmente en un juguete. Es cierto que las compañías que hacen productos pensados para menores prometen limitar y acotar sus modelos de IA para evitar sorpresas pero más de una ya se ha salido del tiesto (por ejemplo los problemas que tuvo Fortnite con la IA)”.
A la hora de elegir un juguete con IA, García explica que la importancia reside en ver exactamente qué significa eso: “otra cosa es que a menudo se usa el término IA como recurso de marketing para juguetes que en el fondo lo que tienen es una programación secuencial clásica. Estos tienen más en común con Alexa, que se mueve en unos parámetros fijos y no tiene capacidad para salirse de ahí, que con una conversación en directo con un ChatGPT. Por lo tanto, yo recomendaría ver siempre qué significa que el juguete incluya IA. Si se trata de un modelo conversacional para niños saldría corriendo en la otra dirección. Si es solo marketing y lo que estamos es ante un juguete tecnológico sencillo, a lo mejor tiene alguna aplicación creativa interesante”.
También hemos hablado con Samantha Álvarez, socióloga y fundadora de dos escuelas Montessori, quien coincide con García en que “las familias deberían preguntarse qué tipo de experiencia ofrece ese juguete al niño o a la niña. El valor del juguete no está en el objeto en sí, sino en cómo se usa y con quién. Por eso, un juguete debería abrir posibilidades, no cerrarlas”. En este sentido, “debería facilitar el juego compartido, la conversación y la creatividad, en lugar de sustituir la presencia del adulto o limitar el juego a una única forma de uso. Si un juguete sustituye al adulto, no es un buen juguete”.
Aquí, hay tres puntos a tener en cuenta según la mirada de la socióloga: “los niños no necesitan juguetes espectaculares para desarrollarse bien. Conviene priorizar juguetes que favorezcan el juego libre, en lugar de dirigir constantemente al niño o a la niña, que no lo hagan todo por el niño, dejando espacio para que decida, pruebe y haga por sí
mismo, y que no entretengan de forma constante, ya que el aburrimiento cumple una función importante para que el niño o la niña ponga en marcha su imaginación”.
En el caso específico de los juguetes con inteligencia artificial y su influencia en el desarrollo de los más pequeños, Álvarez expone que “pueden impactar en el desarrollo infantil reduciendo oportunidades clave de interacción humana, lenguaje y autorregulación, especialmente cuando se usan en edades tempranas o de forma no acompañada. El problema no es la tecnología en sí, sino lo que sustituye. Las dificultades aparecen cuando un juguete con inteligencia artificial reduce la interacción humana. Sabemos que el lenguaje, la regulación emocional y el desarrollo social se construyen precisamente en ese intercambio real con otras personas. Un juguete con IA que habla, responde y entretiene por sí solo reduce oportunidades de lenguaje, vínculo y aprendizaje compartido”.
No se trata de demonizar, según explica Álvarez, “más que prohibiciones absolutas, necesitamos criterio y sentido común. Si se utilizan juguetes con inteligencia artificial, que sea de forma puntual, acompañada y con una pregunta clara detrás: ¿este juguete está pensado para compartir tiempo con un adulto o para prescindir de él? Lo que realmente necesitamos son infancias menos aceleradas. Los niños y niñas no necesitan juguetes cada vez más inteligentes; necesitan adultos presentes, disponibles y con tiempo. No pasa nada por no comprar el último juguete de moda. Lo que de verdad marca la diferencia no viene en la caja: tiempo compartido, presencia y vínculo”.
No todos son iguales. No es lo mismo un juguete que se vincule al móvil para amplificar sus posibilidades gracias a una app que un producto que equipe modelos de IA generativa y recoja datos personales sensibles del niño. Y aquí es donde, como adultos, debemos hacer el trabajo de investigar y aprender a diferenciar unos de otros.
La Carta de los Reyes Magos también ha evolucionado y el futuro se perfila controvertido. Encajar esta nueva realidad en un escenario en el que a la vez se están limitando el uso de las pantallas y redes sociales en menores nos deja bastantes incertidumbres sobre la mesa y una única respuesta: la infancia tampoco se queda fuera de la influencia de la IA.
Imagen de portada | Generada con Gemini
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