Desde que escondí el cargador inalámbrico bajo la mesa, mi escritorio ha cambiado por completo: ya no hay cables, ni bases ocupando sitio, ni el ritual de buscar el cargador cada noche. Solo apoyo el móvil en un punto de la tabla y la batería empieza a subir como por arte de magia.
Qué es un cargador inalámbrico under-desk (y en qué se diferencia de uno normal)
Aquí no hablamos del típico cargador Qi en forma de “posavasos” que dejas sobre la mesa. Los cargadores under-desk son módulos más potentes pensados para colocarse por debajo de la superficie: la bobina va oculta y la energía atraviesa la tabla para llegar al móvil.
La clave está en que trabajan a mayor distancia de carga, normalmente entre 10 y 30 mm, e incluso hay modelos que llegan a los 50 mm según fabricante. Eso les permite funcionar sin problema bajo tableros de madera, cristal, mármol o similares, siempre que no haya metal de por medio.
La tecnología sigue siendo carga inductiva: una bobina en el cargador genera un campo magnético que se acopla con la bobina del móvil y la convierte en energía. La diferencia es que aquí todo sucede “a través” de la mesa, sin que se vea el dispositivo.
Antes de nada: comprobar si tu mesa es compatible
Lo primero que tuve que revisar fue de qué material era la mesa y cuánto medía el grosor justo en la zona donde quería el cargador:
- Madera, cristal, piedra, plástico o MDF: perfectos siempre que no haya refuerzos metálicos justo encima.
- Metal: descartado. Los fabricantes de cargadores invisibles dejan claro que no funcionan a través de superficies metálicas.
- Grosor: la mayoría de los modelos indican un rango, por ejemplo 0–30 mm. Si la tabla es más gruesa, la eficiencia cae o directamente no carga.
En mi caso, la mesa es de madera laminada de unos 20 mm, así que entraba de sobra en las especificaciones. Solo tuve que comprobar que no hubiera una estructura metálica cruzando justo donde pensaba poner el “punto de carga”.
Así he instalado el cargador bajo mi mesa
El montaje fue menos dramático de lo que imaginaba, pero conviene hacerlo con un poco de calma:
Elegir la zona de carga
Busqué un punto cómodo donde suela dejar el móvil: a un lado del teclado, pero sin estorbar al escribir. Pegué una pequeña pegatina circular en la parte superior para saber dónde apoyar luego el teléfono.
Marcar la posición por la parte de abajo
Con el móvil justo encima de la mesa, trasladé la posición a la cara inferior usando un lápiz. Algunos cargadores traen una plantilla o un adhesivo tipo “espiral” que ayuda a alinear la bobina.
Fijar el cargador under-desk
Hay dos sistemas habituales:
- Con adhesivo 3M de alta resistencia.
- Atornillando el módulo a la madera, o encajándolo en un hueco fresado en el tablero.
Yo opté por el adhesivo, suficiente para un uso normal y sin necesidad de agujerear la mesa.
Conectar el adaptador de corriente adecuado
Estos cargadores suelen pedir fuentes de 18–24 W para aprovechar bien la potencia. Conecté el transformador a una regleta bajo la mesa, junto con el resto de cables ocultos en un canal de gestión.
Probar y ajustar el “sweet spot”
Apoyé el móvil sobre la marca de la mesa y esperé el icono de carga. Si lo deslizaba un poco, se notaba el punto donde la bobina encajaba mejor. Algunos kits incluyen una pegatina definitiva para señalar esa zona en la parte superior.
Desde ese momento, el móvil carga igual que en una base Qi normal, pero sin ver ni un solo cable.
Consejos de uso diario y seguridad
Aunque el sistema es bastante plug & play, hay un par de detalles que he tenido en cuenta:
- Nada de metal entre cargador y móvil: soportes metálicos, bandejas o refuerzos pueden interferir o calentar zonas no deseadas.
- Cuidado con el calor: como la bobina está oculta, intento no tapar esa zona con manteles gruesos o pilas de papeles cuando cargo el teléfono, para que el calor se disipe bien.
- Fundas muy gruesas: si llevas funda tipo “blindaje”, puede que reduzca la eficiencia. Aquí se nota la diferencia frente a un Qi básico: estos cargadores under-desk están pensados justo para compensar distancias mayores y carcasas más gruesas.
El resultado final es que ahora tengo un punto de carga invisible integrado en la mesa: llego, dejo el móvil donde siempre, y la batería sube sin que aparezca un solo cable por el escritorio. Y una vez te acostumbras, volver a ver bases y cargadores por todas partes da bastante pereza.
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