Recuerdo que al principio del despliegue de la telefonía móvil había comunidades de propietarios a las que no les parecía mal la colocación de una antena en su azotea, por el beneficio económico que ello representaba para las cuentas de la comunidad. Por aquel entonces las opiniones sobre los posibles efectos de la radiación aunque ya se dejaban sentir eran todavía mínimas. Hoy en día, ya nadie quiere una antena en su tejado, aunque los científicos nos garanticen que no existan efectos nocivos. Sólo hay que ver las numerosas denuncias interpuestas por la ubicación de las antenas.
Esto ha causado dificultad para que las operadoras encuentren nuevos emplazamientos, pues a pesar de las miles de ellas desplegadas en España aún hay problemas de cobertura, ahora además con la implantación del 3G, estos problemas se agravan. Por eso a las compañías no les queda otro remedio que compartir la infraestructura, es lo que han hecho Vodafone y Orange, que han acordado compartir 5.000 nodos B de antenas 3G en un plazo de 4 años, en poblaciones de menos de 25.000 habitantes.
El acuerdo permitirá optimizar y racionalizar el despliegue de las redes 3G, limitando el impacto medioambiental. Y permitirá mejorar la cobertura de ambas operadoras aproximadamente en un 25%, reduciendo el número total de emplazamientos necesario cerca de un 40% en las áreas beneficiadas por el acuerdo, y por tanto reduciendo también los costes.
Pero cada operador gestionará de forma independiente su tráfico y será el responsable de la calidad del servicio que ofrece a sus clientes.
Vía | Vodafone
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