La penetración de la banda ancha fija es baja, la velocidad es lenta, pero en cuanto hablamos de, por ejemplo, redes sociales, es sencillo vernos liderando las tablas mundiales al lado de Brasil o Italia. Aunque se trate de un buen indicador de la aceptación de las nuevas tecnologías, muchos dirán que se trata de una cuestión cultural latina (pese a que Japón y USA bordean nuestras cifras), pero resultará difícil obviar otro dato mucho más objetivo. No es una sorpresa ni algo realmente novedoso. De hecho, el despliegue de infraestructuras lleva un tiempo siendo superior a lo habitual en los países de nuestro entorno, pero ahora algunos se atreven a confirmar que contamos con la cuarta mejor banda ancha móvil del mundo.
Definitivamente vivimos en una región atípica. Sería sencillo pensar que si realmente contamos con la banda ancha más lenta de Europa, no debería ser muy diferente la situación en el resto de tecnologías de la comunicación. Pues bien, atentando contra toda lógica, España es un país que está siempre a la cola... O a la cabeza.
No solo se trata de un éxito de las operadoras, sino que también lo es de los usuarios. Si bien a menudo es criticado que las subvenciones de terminales de última tecnología sean prioridad respecto a unas tarifas competitivas, lo cierto es que eso ha contribuido en gran manera a que se cree una base sólida de smartphones sobre la que desarrollar Internet en el móvil con un uso real.
Así, debido al funcionamiento de nuestro mercado, para bien o para mal, contamos con una infraestructuras envidiables y con tendencia al crecimiento, con las redes 3G asentadas en las grandes urbes y 4G a la vuelta de la esquina. No olvidemos que hablar de un futuro a medio plazo es hablar de fibra óptica de alta velocidad, pero también de redes 4G, que permiten velocidades que rondan entre los 100 y los 1000 Mbps en movilidad; una alternativa probable a las clásicas redes fijas y a la que deberíamos estar atentos.
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