He probado un primer plegable "económico" y creo que este es el camino para abaratar esta tecnología

Vivimos semanas protagonizadas por los móviles plegables. Primero el lanzamiento del Motorola Razr 40 Ultra, luego su hermano pequeño, el Motorola Razr 40 y la semana pasada la presentación de los Samsung Galaxy Z Flip5 y Galaxy Z Fold5. Y de estos, el Motorola Razr 40 presume de ser el más barato. Y no sólo de ellos, sino que es también el más económico de todos los smartphone que, a día de hoy, se han lanzado en España.

Casualmente, ese Razr 40 ha sido el primer plegable que he podido probar y analizar a fondo. Y no voy a negar que parte con recortes propios de un gama media. O que incluso con ello no deja de valer 900 euros, que aún siendo el más barato, ya es dinero. Sin embargo, creo también que abre la puerta a que, por fin, los plegables dejen de ser exclusivos de la gama alta.

No, no es necesario tener el mejor procesador en un plegable

El microprocesador de un smartphone hace muchas cosas. Es el culpable de todo lo que se ejecuta en el móvil, para bien y para mal. Sin embargo, lo es sólo en lo relativo su condición de smartphone. No interfiere en nada al mecanismo de pliegue y, por tanto, cualquier procesador podría servir.

Obviamente la experiencia de uso cambia mucho dependiendo del chip que monte. Sin embargo, el Motorla Razr 40 y su Snapdragon 7 Gen 1 demuestran que ni siquiera hace falta el mejor y último chip de la gama media para funcionar. Todo depende del uso que le vayamos a dar al dispositivo, claro, pero aquí me pongo en la piel de quien busca un terminal solvente en tareas cotidianas de redes sociales, mensajería y sin renunciar también, aunque sea eventualmente, a juegos de alto rendimiento.

Por tanto, aquí tenemos un primer recorte justificado y salvable para un plegable. Un paso importante para iniciar ese camino hacia un gama media común y corriente, pero con esa atractiva particularidad de plegarse sobre sí mismo para caber en cualquier bolsillo.

Pantalla externa, asumible aunque sea pequeña

Seguimos en aquello de recortar componentes importantes, pero que en ningún caso son determinantes. Y aquí las pantallas exteriores son la principal novedad que incorporan los últimos flagships plegables de cada fabricante. Las han hecho más grandes y han abierto APIs para que los desarrolladores creen versiones reducidas de sus apps para que sean usables sin abrir el teléfono. No negaré que me encanta, pero no es determinante. No al menos en mi opinión.

La pantalla externa de plegables como el Motorola Razr 40 se antojan pequeñas en comparación, aunque siguen siendo lo suficientemente funcionales a efectos informativos (consultar el calendario, aceptar una llamada o ver qué tiempo hace). Incluso a nivel funcional admiten ser el visor de la cámara trasera, ideal para selfies de más calidad. No es cómodo, pero no deja al final de ser un valor.

Así, pienso que también este panel puede ser un sacrificio asumible con el fin de abaratar costes y reducir el precio. Todo por acercar los plegables al mayor público posible.

La durabilidad me sigue generando dudas

Temo que el tiempo que he pasado con el Motorola Razr 40 se antoja insuficiente como para hacer una valoración de la resistencia al paso del tiempo. No he tenido absolutamente ningún problema. Ni grietas, ni pérdida de color en la parte del pliegue de la pantalla, ni nada similar. Sólo faltaría siendo nuevo.

Sin embargo, la prueba de fuego está en el paso de los años. Y aquí no sólo incluyo un gama media, sino también los gama alta. Más allá del rendimiento de cada uno, los materiales de los smartphone tradicionales son por norma general lo suficientemente resistentes como para que pasen los años y no se estropeen (salvo accidentes, claro). En los plegables, no está tan claro.

Si echamos un vistazo a tiendas de segunda mano podemos ver una más que evidente prueba de desgaste en las primeras generaciones de algunos plegables de 2019. De aquello a lo de hoy se han mejorado materiales y procesos de construcción, pero lo cierto es que sigue siendo una incógnita digan lo que digan los fabricantes, cuyas pruebas de pliegue y despliegue se realizan al final en entornos muy controlados e irreales.

Por tanto, si tuviese que dar un motivo para pensarse la compra de un plegable, ya no es el precio, el rendimiento o los componentes, sino su resistencia al paso del tiempo. Y aquí Motorola, Samsung, OPPO, Xiaomi, Vivo y todas aquellas que se adentren en este segmento de mercado deben tener claro. Y sin recortes aquí independientemente de la gama. Fundamental.

Aun sin ser barato, el Motorla Razr 40 abre la puerta a bajar los precios

En definitiva, lo que vengo a decir con todo esto es que llevo años escuchando a unas y otras empresas decir en corrillos que tienen intenciones de lanzar móviles plegables de gama media a corto plazo. Sin embargo, aún no se había dado el paso. No olvido que los 899 euros del Motorola Razr 40 siguen siendo una barrera importante, pero ya es menos que la de las cuatro cifras que, en general, se estila en todos los plegables.

Y si los primeros plegables fueron más caros por aquello de amortizar el I+D, en cierto modo puede ser aún aplicable a la gama media. Entiendo que la tecnología de bisagras y pantallas flexibles no está aún del todo amortizada. En ese sentido puedo incluso justificar que en igualdad de hardware sean superiores en precio a otros gama media.

Sin embargo, vemos que recortando en varios apartados como hace el Motorola Razr 40 se puede llegar a un buen equilibrio. Y si una vez abierta esta veda conseguimos ver que siguen bajando de precio, los plegables serán aún más universales.

No veo aún factible encontrar un plegable por 400 euros, por poner un ejemplo. Pero moverse en una línea de entre 600-800 euros creo que es más que asumible para que aquellos que quieren probar su primer plegable, tengan más facilidades si su presupuesto es ajustado. Siempre y cuando los fabricantes quieran de verdad popularizar estos smartphones, claro.

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