Pepu Ricca
EditorEl proyecto del euro digital acaba de dar su paso más firme hasta la fecha. El Banco Central Europeo ha puesto por primera vez un año objetivo para el lanzamiento: 2029.
Tras concluir la fase inicial, el BCE ha aprobado la transición hacia la llamada "fase técnica", en la que se desarrollará la infraestructura y empezarán las pruebas piloto. Ahora bien, este calendario viene con una condición: todo depende de que los legisladores de la Unión Europea aprueben el marco legal necesario.
Apuesta de Europa. El euro digital es una versión electrónica del dinero en efectivo que está respaldada por el BCE y es complementaria a los billetes y monedas que usamos. Su objetivo es doble: ofrecer a los ciudadanos una forma de pago gratuita y universal, y reducir la dependencia de gigantes de pago como Visa y Mastercard. Esta necesidad se ha vuelto "urgente", según el BCE, por las nuevas políticas de EEUU: están impulsando las stablecoins respaldadas por el dólar.
Empieza la construcción. La "fase de preparación", una que comenzó a finales de 2023 y en la que se enmarcaron los experimentos con la ayuda de entidades como Bizum o Caixabank, ha terminado. Ahora entramos en la "fase técnica": en la que el BCE se centrará en desarrollar el sistema y realizar pruebas pilotos a partir de 2027.
Pero como comentábamos en un inicio, la decisión final de emitir el euro digital está en manos del Parlamento Europeo y el Consejo. Y eso puede retrasar las pruebas: el debate avanza con lentitud y con divisiones ideológicas sobre si la solución debe ser pública o privada.
No es barato. Uno de los mayores focos de conflicto es quién pagará la factura de toda la infraestructura del euro digital. Algunos, como el BCE, estiman que el coste de implementación para los bancos en la eurozona puede llegar a los 5.000 millones de euros; otros discrepan y hacen subir la cifra hasta los 30.000 millones si se incluyen funcionalidades como el pago offline.
Imagen de Iván Linares para Xataka Móvil
Pero sí vital. El BCE lo defiende no solo por una cuestión de soberanía, sino también de resiliencia e inclusión financiera. Por ejemplo, la capacidad para funcionar sin conexión se demostró muy importante en escenarios como en el pasado apagón de abril, donde los pagos digitales fallaron de forma masiva.
Además, insisten en que será un complemento al dinero en efectivo: seguirá siendo aceptado para no excluir a ninguna parte de la población. Se inspiren en el éxito de adopción a gran escala que ha tenido el yuan digital en China o no, todavía queda tiempo para el marcado 2029. El camino está trazado, solo queda ver qué sucede con los desafíos políticos y económicos.
Imagen de portada | Generada por Pepu Ricca para Xataka Móvil con Nano Banana
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