Manuel Naranjo
EditorHay sitios en los que, da igual el móvil que lleves, la cobertura parece una broma: túneles, parkings subterráneos, pueblos donde el mapa se queda en gris. Durante mucho tiempo, mi Galaxy era uno más en esa lista de “no hay nada que hacer”. Hasta que empecé a trastear con los ajustes de red y entendí que muchas veces no es culpa de la antena, sino de cómo el móvil decide a qué red se engancha.
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Cuando el 5G es más problema que solución
Yo también pensaba que si había 5G, había que usarlo siempre. Sobre el papel suena lógico: más moderno, más rápido, mejor. En la práctica, no.
En interiores y zonas remotas, el móvil a veces se agarra a un 5G muy débil solo porque está disponible, y eso hace que todo vaya a tirones: las apps cargan lento, las llamadas se entrecortan y la batería baja más de la cuenta porque el teléfono está luchando por mantener una señal mediocre.
Ahí descubrí que, en según qué lugares, me compensa más renunciar al 5G y quedarme con un buen 4G estable. No presume de tanta velocidad teórica, pero funciona mejor donde de verdad lo necesito: aparcamientos, carreteras secundarias, casas de pueblo o esa cafetería en la que el móvil siempre parece ir forzado.
El ajuste de One UI que marca la diferencia
El cambio clave está escondido en un sitio bastante sencillo. En mi Galaxy voy a Ajustes, entro en Conexiones y luego en Redes móviles. Dentro, lo importante es el modo de red. Cuando sé que voy a moverme por zonas con mala señal, cambio a LTE/4G y dejo el 5G desactivado.
No es algo que haga cada día, pero cuando voy a un pueblo, viajo en coche largas distancias o sé que estaré mucho tiempo en interiores, me adelanto y ajusto el móvil antes.
En ese mismo menú también puedo tocar la selección de operador. Si dejo la opción automática y la cobertura va fatal, paso un momento a selección manual, dejo que el móvil escanee las redes disponibles y elijo la que mejor suele funcionar en esa zona con mi operador o con los acuerdos que tenga. No siempre cambia la vida, pero en algunos pueblos o zonas limítrofes se nota bastante.
Desde que hago esto, he pasado de ver el icono de 5G muerto de risa con datos que apenas se mueven a un 4G mucho más digno, con mapas que cargan, WhatsApp que entra y llamadas que no se cortan a la mínima.
Dejar que Bixby haga el trabajo sucio
Lo que más me gusta de hacerlo en Galaxy es que no siempre tengo que acordarme de cambiar todo a mano. Con Rutinas de Bixby he montado una especie de piloto automático. En Ajustes tengo la opción de crear rutinas que reaccionan a lo que estoy haciendo: por ejemplo, cuando el móvil se conecta al Bluetooth del coche o cuando me alejo de la WiFi de casa.
Para los viajes, uso justo eso. Cuando detecta que salgo y me engancho al coche, la rutina cambia el modo de red a LTE/4G y desactiva el 5G, porque sé que voy a ir por zonas con cobertura irregular. Y cuando vuelvo a casa o a una zona donde el 5G sí va bien, otra rutina revierte el ajuste y deja de nuevo el modo automático con 5G activado. Al final, mi Galaxy se adapta solo al tipo de cobertura que tengo alrededor sin que yo tenga que estar pendiente.
Un acceso rápido para los momentos críticos
Aun así, hay veces en las que quiero revisar los ajustes de red sobre la marcha, por ejemplo al entrar en un parking enorme o en un centro comercial donde sé que la cobertura se vuelve loca. Para eso tengo un pequeño truco extra: en el panel rápido dejo siempre a mano el icono de Datos móviles. Cuando lo mantengo pulsado, el móvil me lleva directo a Redes móviles, sin dar vueltas por los menús.
Con esa combinación de cambiar a LTE cuando toca, ajustar el operador si hace falta, automatizar viajes con Rutinas de Bixby y tener un acceso rápido a los ajustes, mi Galaxy ha dejado de quedarse vendido en cuanto salgo de la ciudad. No es ningún modo oculto ni una función secreta, pero en el día a día marca la diferencia entre un móvil que “no pilla nada” y uno que, dentro de lo que hay, sabe sacar partido a la cobertura disponible.
Imágenes | Dall-E con edición
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