Cuando Internet no incluía las llamadas… para conectarte al propio Internet. Aún recuerdo esas facturas de teléfono

  • Conectarse a Internet ocupaba la línea fija y disparaba la factura de casa

  • Pagar por la suscripción, y por cada hora de llamada, hacía de Internet un lujo

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Iván Linares

Editor Senior

Estamos acostumbrados a que nos incluyan las llamadas con la tarifa telefónica, a tener el acceso a Internet ilimitado en la fibra, incluso en las propias tarifas móviles. Pero hubo un tiempo en el que había que pagar por acceder a Internet a través del teléfono fijo y sin que la llamada estuviera incluida en esa suscripción. Los pioneros no lo tuvimos fácil.

Los inicios. La primera vez que yo accedí a Internet lo hice en uno de los primeros cibercafés de Barcelona, creo que fue alrededor de 1997. Aquello no era ni remotamente parecido a lo que tenemos ahora: podía cargar páginas estáticas con información y no había precisamente demasiadas. Lo más emocionante estaba en el IRC, aunque para acceder a él tuve que esperar a que Internet llegara a casa de mis padres.

Acceso a Internet a través de InfoVía. Imagen de Movistar Acceso a Internet a través de InfoVía. Imagen de Movistar

Tenía un módem a 28,8 Kbps que hacía tal ruido al conectarse, que casi parecía que pudiera jugar al Double Dragon en el Spectrum. Cargar imágenes era un suplicio (había que echarle imaginación para distinguir algo en esos píxeles), los directorios eran bastante inútiles y poco más había que hacer aparte de navegar por la World Wide Web. Aun así, ya anticipé que iba a ser una revolución.

Usar Internet implicaba quedarte incomunicado. El módem iba conectado al teléfono por un cable de línea. Y para acceder a Internet había que llamar al número del proveedor de Internet. Por tanto, navegar era equivalente a llamar por teléfono, con el coste e incomodidades que eso suponía.

Todos los que usamos Internet en aquella época nos llevamos alguna bronca de nuestros padres por haber perdido llamadas importantes al tener la línea del teléfono ocupada. Y qué decir de las primeras facturas: no recuerdo el importe exacto, pero seguramente equivaldrían a cientos de euros de ahora. Solo en llamadas, porque el acceso a Internet había que pagarlo aparte.

Internet como lujo. Para mí es imprescindible, si no tengo Internet no puedo trabajar. En su momento no era más que un capricho, una de esas cosas que cuatro frikis conocíamos y que tres nos empeñábamos en usar a pesar de los obstáculos. No había apenas proveedores de Internet aparte de Telefónica. Y se aprovechaba.

Debías abonar una suscripción para acceder a Internet y las llamadas no estaban incluidas. Recuerdo iniciarme con InfoVía: las llamadas se tarifaban como una comunicación aparte, al módico precio de 139 pesetas la hora (84 céntimos de euro al cambio y casi 1,5 euros si se cuenta la inflación). Dado que la velocidad era más lenta que un servicio de carta en un chiringuito playero, solo para cargar la primera página ya eran necesarios varios minutos. Y como no tuviera claro lo que iba a mirar ese tiempo se multiplicaba sin remedio. Como el precio de la factura.

Lento, caro y vacío, pero era Internet. El mIRC era lo más interesante de la primera época, en el IRC Hispano habré pasado más horas de las que podría confesar. Y claro, cada una de esas llamadas iba engrosando la factura del teléfono. Del fijo, porque en aquel momento no había ni fibra ni televisión ni tarifa móvil incluida.

Mi primer módem con acceso por ADSL. Tarifa plana de Internet y sin ocupar la línea. Un sueño hecho realidad Mi primer módem con acceso por ADSL. Tarifa plana de Internet y sin ocupar la línea. Un sueño hecho realidad

Los años terminaron allanando el acceso a Internet hasta los niveles que tenemos hoy en día: España es de los países con el mejor acceso a la red de redes, también tiene muy buena relación calidad-precio. La enorme extensión de fibra, la gran competencia entre los operadores y la popularización del servicio han conseguido que Internet haya pasado de lujo a un bien de primera necesidad. Por suerte.

El futuro. Anticipo conexiones más veloces, mayor cantidad de servicios y la IA dominando por completo la experiencia de navegación y de consulta. Ya no tiene el encanto de antaño, tampoco los obstáculos que dificultaban disfrutar de sus ventajas. Aun así, Internet continuará siendo mi sitio preferido al que acudir cuando necesito información, resolver gestiones o, simplemente, entretenimiento. Ni puedo ni sabría vivir sin Internet.

Imagen de portada | ChatGPT editada

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