He desactivado absolutamente todas las notificaciones de mi móvil. Una semana después, tengo claro que es un camino de no retorno

Buscaba desconexión digital: encontré un arma de doble filo y una revelación

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Eva R. de Luis

Editor Senior

Hace unos meses probé a usar el móvil como Broncano, esto es, con un launcher minimalista para distraerme lo mínimo posible. La experiencia fue reveladora a la hora de constatar cuantísimas miro mi teléfono al día y cómo reducir la interfaz a una mucho menos atractiva y colorida daba sus frutos. Sin embargo, volví a las andadas: mi adictivo móvil con todas sus apps, aunque eso sí, siempre en silencio.

Tengo el móvil en silencio desde hace tantos años que soy incapaz de recordarlo y para mí tiene sentido. Por un lado, apenas lo uso para llamadas (de hecho, las evito salvo que sean imprescindibles) y si me llaman, siempre puedo devolverla a los pocos minutos. Por otro, las notificaciones ya son suficiente aviso para alguien que siempre lleva su móvil encima.

Asimismo, solo tenía configuradas las notificaciones de las apps más importantes y que más uso: las de correo, Telegram, alguna app de compras...y aún así las horas de pantalla no engañan. Seguía mirando demasiado el móvil, así que decidí ir un paso más allá y probé a desactivar absolutamente todas las notificaciones.

Una semana después, esta ha sido mi experiencia con un móvil libre de notificaciones.

Hay menos notificaciones esenciales de las que parece

Appsss

Como móvil personal uso un iPhone con iOS 18 y allí fui desactivando las notificaciones una por una, si bien en mi Google Pixel el procedimiento es similar ('Ajustes' > 'Notificaciones' > 'Notificaciones de aplicaciones'). Nada de configurar modos de no molestar, quería cortar de raíz y ver qué tal.

Tengo que decir que sentí la tentación de dejar todas las notificaciones desactivadas menos la del teléfono, pero la realidad es que a día de hoy la mayoría de llamadas que recibo son comerciales. Eso sí, estoy en fase de compra de piso y su correspondiente hipoteca, lo que ha hecho que tenga que organizarme de forma diferente, esto es, mediante emails, citas o llamando yo. Ya os adelanto algo: si volviera a repetir el experimento, la del Teléfono sería la única app que dejaría con notificaciones en estos momentos de mi vida. Después, el spam sigue haciendo estragos.

Mi caso particular. No tenía especial miedo en perderme las notificaciones porque trabajo ocho horas delante de un ordenador, lo que implica tener a mano no solo mis respectivas cuentas de correo, sino también apps de mensajería como WhatsApp o Telegram,  o servicios como Amazon o Booking. De hecho, hasta me llegan las llamadas a mi MacBook gracias a Continuity. En mi horario laboral, me entero de todo desde el ordenador. Lo bueno es que la gente del banco suele trabajar a esas horas, así que no me he perdido ni las llamadas.

Se acabó el trabajo y también las distracciones. Eso sí, una vez se apaga el ordenador, solo me queda un móvil sin notificaciones. Aquí he notado una gran diferencia desde los primeros días al final del experimento. Al principio creo que hasta miraba más el móvil sin notificaciones que sin ellas: era el FOMO en su máximo apogeo. Tenía miedo de perderme un mensaje importante, así que entraba bastante a menudo al correo y a WhatsApp.

Luego la cosa cambió. Tengo mis hábitos: citas para jugar partidos de pádel, quedadas con amigas, una relación a distancia y hasta la mala costumbre de dormirme viendo historias de Instagram. Aquí tuve que adoptar una solución proactiva: ¿que quería cerrar un partido? Entonces tocaba coger el móvil y escribir, pero la gente también tiene cosas que hacer y obviamente no siempre responde al momento. Ha pasado menos veces y ha sido más ágil de lo que pensaba, pero sí que me ha pasado alguna vez quedarme fuera de un partido por enterarme tarde.

Dejando al margen la comunicación, donde más he notado la diferencia es con las apps que me quieren vender algo. Compro bastante en las aplicaciones de Mango, Amazon, AliExpress, Zalando... y no solo me avisan de los avances de mis adquisiciones, sino también de novedades. Esto también me pasa con las apps de las aerolíneas. Con las redes sociales no he tenido problema: ya las tenía desactivadas.

Aquí nuevamente la proactividad ha sido clave: si compro algo en Zalando, entro de vez en cuando para comprobar el estado del envío y listo. Las redes sociales son un entretenimiento, así que solo entro cuando tengo tiempo y quiero perderlo deliberadamente. Si alguien me envía un reel de Instagram, tiene prioridad cero. Tampoco pasa nada por enterarse horas después de que tu paquete ha sido enviado.

A efectos prácticos, simplemente entro un par de veces al día a esas apps que uso con frecuencia y ya está. Si una app como Mango o Air Europa me quiere notificar de algo serio y no entro (porque lo normal es que no entre salvo que tenga interés específico en comprar ropa o un vuelo), me queda un as en la manga: seguramente me escriban al correo. Pero la realidad es que verdaderamente importantes y que no puedan esperar no me ha tocado ninguna.

La gran ventaja que he encontrado a la ausencia de notificaciones es mirar menos el móvil, lo que he notado tanto en la batería como en las horas de pantalla. A efectos prácticos esto se ha traducido en menos distracciones cuando estoy haciendo cosas que llevan cierto tiempo y requieren algo de concentración, como leer, ver una serie y hasta andar.

Ahora lo de mirar el móvil no es algo que haga bajo cualquier pretexto, sino que suelo tener una necesidad concreta: escribir a alguien, poner música, pasar el rato viendo Instagram...porque sí, sigo perdiendo el tiempo, pero al menos también de forma más consciente.

La experiencia ha sido tan buena que ya no hay vuelta atrás, pero sí matices: como no quiero volver a perderme un partido de pádel ni la llamada de mi banco, he dejado prácticamente todas las apps sin notificaciones y solo se han librado tres: la de Teléfono, Telegram y WhatsApp, pero en el caso de las apps de mensajería tengo la mayoría de grupos silenciados.

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Portada | Foto de Nubelson Fernandes en Unsplash

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