Por qué, por mucho que os empeñéis, la mayoría de la gente no va a usar códigos QR

Por qué, por mucho que os empeñéis, la mayoría de la gente no va a usar códigos QR

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Por qué, por mucho que os empeñéis, la mayoría de la gente no va a usar códigos QR

No. STOP. Todo. STOP. Lo. STOP. Instantáneo. STOP. Es. STOP. Cómodo. STOP.

¿Os imagináis que los fabricantes se empeñan en rescatar la telegrafía? Sería algo entrañable quizás, pero no precisamente práctico. La evolución tecnológica, como la natural, es la supervivencia del más apto, y no todas las tecnologías se salvan con el criterio darwiniano, aunque en apariencia sea una buena idea.

En los últimos meses hemos podido observar cierta presencia de algo que quienes tenemos cierto currículum de tonteo con la tecnología móvil nos retrotrae a tiempos de esplendor de Nokia. Servicios, anuncios e incluso productos alimenticios que muestran una curiosa insignia en negro sobre blanco a modo de mensaje secreto: ¿vuelven los códigos QR?

Todos los caminos llevan a Symbian

Para volver, primero han de estar. Los códigos QR (Quick Response) surgen en Japón allá por 1994 de la mano de la compañía Denso Wave para tener un acceso rápido a lo que contuviese éste y se establecieron como forma de control de inventario, popularizándose para quedar como un sistema habitual en el país del sol naciente.

¿Y de ahí a nuestras latas de refresco? Bueno, hablemos de los tiempos de Symbian. Nokia implementó la lectura de códigos BIDI en sus teléfonos, los cuales son los primos "cerrados" de los QR (de estándar abierto), pero no fue el boom a lo Snake que puede que esperasen, y al menos en Europa no tuvo el auge que sí obtuvo su país de origen.

Con el tiempo, las fusiones y las fagocitaciones, lo que fue una alianza Nokia-Microsoft mantuvo esta herramienta a nivel de software y hardware de manera que, sin requerir ninguna instalación previa, la cámara fuese capaz de leer estos códigos y pudiésemos instalar de manera sencilla y rápida una app. ¿Práctico? Sin duda. ¿Intuitivo? No demasiado.

La intención no es lo que cuenta

Las intenciones, por muy buenas que sean, no siempre son efectivas. Si bien nadie duda de lo práctico que pueden ser para, por ejemplo, acceder a una wifi, este vehículo de información ha de luchar contra la costumbre, o más bien contra la ausencia de la misma. Ha de construirla y, a tenor de los resurgimientos cíclicos de su uso, el establecimiento de este sistema nunca pasa de hipótesis.

El primer obstáculo es que, pese a ser algo enfocado a que sea propio de los teléfonos móviles, la única compañía que lo implementa de forma nativa es Microsoft. En iOS y Android tendremos que instalar una app que posiblemente no tengamos en el momento que necesitemos y se nos acabe olvidando al tratarse de una “necesidad” puntual.

Sin cebo no hay pescado

Cuando no tienes tejado, sino lona, las piedras que tú mismo te lanzas te hacen más daño. Lo que para otra tecnología podría ser un leve imprevisto, en este caso, que es algo aún extraño para gran número de personas, los pasos intermedios pueden suponer el abandono directo si el objetivo final no motiva, y ahí puede que se encuentre la clave.

Hace falta algo más que una ligera presencia para llamar la atención, y eso no se consigue con un cuadrado que lleve a un enlace promocional

En un mundo lleno de estímulos en el que se piensa en drones y en hoverboards, hace falta algo más que una ligera presencia para llamar la atención, y eso no se consigue con un cuadrado que lleve a un enlace promocional. La motivación se desintegra y ni siquiera habrá un próximo intento.

Si además se tiene en cuenta que el factor “yo también quiero” es tan efímero que se olvida al siguiente sorbo de un café, ese marketing no escrito que a veces funciona como trampolín de una moda más o menos duradera aquí tampoco va a funcionar, no va a haber “¡Eh, mira esto!”.

La obstinación infructuosa

Escaneo de código QR

Si repasamos la trayectoria de estos códigos vemos que hay una especie de resurgimientos cada 4-6 años sin que esto acabe de asentarse a nivel mundial. ¿Quién se encarga de zarandear de vez en cuando la urna donde los QR acaban descansando cada vez?

El marketing. Los QR son la manifestación impresa del embaucamiento, un detonante de la curiosidad innata del ser humano si el código se planta ante las pupilas del inocente target en el momento adecuado. Él, tú y yo hemos de saber qué se esconde tras ese cuadrado, porque sí. La magia de la sugestión en negro sobre blanco y, abracadabra, una marca.

Cabe preguntarse el por qué de esa insistencia en que los códigos QR son una buena estrategia de marketing y si es efectivo en la realidad

Aquí hay que preguntarse el por qué de esa insistencia en que los códigos QR son una buena estrategia de marketing y si es efectivo en la realidad. Aunque la impopularidad otorga, cabe matizar que el desaprovechamiento de lo poco que puede ofrecer este recurso parte, al menos en España, de las propias empresas y de un enfoque más bien vago en su mayoría.

Un intento de popularización en 1998, otro en 2004, otro en 2010 con las teleoperadoras en España y sus BIDI, y así algunos otros rebrotes como el presente. Brotes eternos que nunca llegan a árbol porque crecen en un sustrato empobrecido, en un contexto que no favorece a este invento por mucha raíz que eche.

Un futuro más negro que blanco

Pese a que algunas empresas conocidas lo implanten de alguna manera, como Tesco, Coca Cola o el transporte público de algunos países, la realidad es que su uso nunca se acaba de establecer, permaneciendo siempre como su feudo EE.UU. seguido ya de lejos por Reino Unido y Australia:

Escaneo de códigos QR en 2014

La no adopción de esta tecnología por parte de los dos gigantes de la tecnología móvil (superando con relativa paradoja en número de escaneos a la que sí la potencia e incorpora de manera nativa) y el establecimiento escalonado del NFC y el Apple Pay tampoco auguran un futuro demasiado favorecedor.

Quedará ver cuánto más dura la perseverancia de las empresas (planteando incluso QR en lápidas) por forzar el establecimiento de un uso del smartphone que el propio usuario se encarga de matar por una carencia casi absoluta de beneficio o directamente porque ni prestan atención a un recuadro de recuadros que a veces se confunde con un error de imprenta.

Al final parece que el link común al que todos los QR llevan es a un inexorable olvido.

Selenius | Estudio sobre el uso de códigos QR en empresas españolas

Xataka | Qué es un QR: a fondo (I)

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