El acceso a internet de calidad en la España vaciada siempre ha sido un desafío persistente. Mientras la fibra óptica conquista la mayoría de los núcleos urbanos, miles de hogares en zonas rurales y dispersas se quedan rezagados, obligados a depender de conexiones lentas, inestables o caras. En este contexto, el internet por satélite ha emergido como una solución tecnológica, pasando de ser un último recurso a una alternativa viable, especialmente tras la irrupción de servicios de nueva generación como Starlink.
Lo que está en juego es la igualdad digital y la capacidad de miles de familias y pequeños negocios para integrarse plenamente en la vida online. Por eso es relevante la reciente actualización de Movistar Satélite. La compañía ha dado un salto importante en sus tarifas no subvencionadas, triplicando la velocidad de descarga (de 30 a 100 Mbps) y mejorando la de subida, manteniendo el precio. Un movimiento estratégico que, a simple vista, acorta distancias con su competidor más ágil: Starlink. Pero, ¿es suficiente este cambio para cerrar la brecha tecnológica con el servicio de Elon Musk?
El gran salto en velocidad: Movistar se pone al día
La mejora de condiciones anunciada por Movistar es un ajuste sustancial que afecta a su tarifa para zonas no acogidas a la subvención estatal, la cual ya ofrecía 200 Mbps. La velocidad de descarga pasa ahora de unos escasos 30 Mbps a unos más respetables 100 Mbps, mientras que la subida mejora ligeramente de 3 a 5 Mbps. Lo crucial es que este aumento de rendimiento no viene acompañado de una subida de precio, manteniéndose en los 35 euros mensuales, igualando el coste de la tarifa subvencionada.
Este incremento pone el techo de velocidad de Movistar Satélite en una cifra mucho más competitiva, incluso para un hogar con varios usuarios que necesiten hacer streaming o teletrabajar. Además, la tarifa se extiende a Movistar Max Satélite, que por 58 euros añade líneas móviles, ofreciendo un paquete convergente similar al disponible con fibra y móvil. Otro punto a favor de la propuesta de Telefónica es el ahorro en la inversión inicial: los equipos necesarios se entregan en cesión, eliminando los cientos de euros de coste de alta que exige Starlink.
La letra pequeña: el límite de prioridad y las horas valle
A pesar de la promesa de 100 Mbps, la letra pequeña de la tarifa de Movistar revela una limitación importante: la prioridad de la conexión solo se garantiza durante los primeros 60 GB consumidos en el mes. Una vez superado este umbral, la conexión no se corta, ya que no tiene un límite estricto de descarga, pero la velocidad puede experimentar una degradación notable debido a la gestión del tráfico de red.
Sin embargo, Movistar ha implementado una "barra libre" de datos entre la 1:00 y las 6:00 de la mañana, un gesto que beneficia a quienes utilizan la red para tareas pesadas como la descarga de videojuegos, grandes copias de seguridad o actualizaciones de software. Esta estrategia de gestión de tráfico es habitual en conexiones satelitales que operan con capacidad limitada, buscando asegurar una buena experiencia al grueso de los usuarios durante el día, mientras se permite el consumo intensivo en horas de menor demanda.
La latencia: la diferencia que el Megabit no puede maquillar
La mejora de velocidad de Movistar, aunque relevante, no aborda el verdadero factor que marca la distancia con Starlink: la latencia o tiempo de respuesta de la conexión. Este parámetro no depende de la capacidad del satélite, sino de la órbita en la que se encuentre.
Movistar, a través de su socio Hispasat, utiliza satélites en Órbita Geoestacionaria (GEO), situados a unos 36,000 kilómetros de altura. La enorme distancia que debe recorrer la señal (ida y vuelta) implica una latencia intrínseca alta, que suele situarse entre los 600 y 700 milisegundos.
En la práctica, esto hace que las tareas que requieren una interacción rápida, como los videojuegos online, las videollamadas con sensación de eco o la navegación web (al cargar muchas peticiones), se sientan lentas, incluso si la velocidad de descarga es de 100 Mbps.
En contraste, Starlink emplea miles de satélites en Órbita Baja Terrestre (LEO), a solo unos 550 kilómetros de altitud. Esta cercanía reduce la latencia a unos 20 a 40 milisegundos, comparable a la de una conexión de fibra o 4G. Es esta baja latencia, y no solo su alta velocidad, lo que convierte a Starlink en una experiencia de internet fundamentalmente distinta y mucho más ágil, demostrando que en el internet por satélite de nueva generación, el "tiempo" de respuesta es tan importante como el "caudal" de datos.
Una mejora bienvenida, pero con los pies en la Tierra
La decisión de Movistar de triplicar la velocidad sin subir el precio es, sin duda, una excelente noticia para los usuarios que no tienen otra alternativa. Pone sobre la mesa una oferta con una velocidad máxima digna y un coste de entrada muy inferior al de Starlink. Es una clara respuesta a la presión competitiva del mercado.
Sin embargo, no se puede obviar que, a pesar de la mejora de ancho de banda, la latencia sigue siendo el gran talón de Aquiles de las conexiones GEO. Para quienes solo necesitan descargar contenido y ver streaming, es un avance formidable. Pero para aquellos que buscan una experiencia online fluida para teletrabajo intensivo o gaming, la física sigue jugando en contra, dejando claro que Starlink y la propuesta de Telefónica/Hispasat operan en ligas fundamentalmente distintas, marcadas por la distancia de sus satélites a la Tierra.
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