Noelia Hontoria
EditoraDe los móviles que han pasado por mis manos, uno de los que recuerdo con más cariño es el iPhone 11 Pro Max. Además de tener una bonita anécdota personal, también supuso mi cambio de Android a iOS y, aunque ahora he vuelto al sistema operativo de Google, valoro mucho la buena experiencia que me dio en su día… y la que me sigue dando actualmente.
Más allá de que sea un iPhone o cualquier otra marca, si algo he aprendido en estos más de 15 años utilizando smartphones es que, por lo general, los móviles de gama alta envejecen mucho mejor y que la inversión se compensa con creces si no pretendes cambiar de modelo pasado mañana.
Estamos en 2025 y todavía uso a diario mi móvil de 2019
He estado utilizando mi iPhone 11 Pro Max de 512 GB como teléfono principal durante más de cinco años. En cierto modo, puedo decir que todavía lo utilizo a diario, aunque para tareas secundarias.
Hace apenas seis meses que volví a Android, forzada por la lógica degradación de la batería y los mejores resultados en grabación de vídeo de los nuevos modelos. Más que un capricho, empezaba a lastrarme en otro de mis proyectos profesionales.
Lejos de tirar el iPhone a la basura o revenderlo por cuatro duros en alguna app de segunda mano, lo estoy manteniendo con vida y me sigue sorprendiendo que sea un móvil tan solvente.
En mi caso, lo estoy “machacando” para ver vídeos desde el móvil y tratar así de alargar lo máximo posible la vida de la batería de mi smartphone actual. La pantalla sigue teniendo una buena calidad y el generoso almacenamiento interno me permite usarlo como una especie de centro multimedia sin que tenga que preocuparme lo más mínimo.
También lo utilizo como un tipo de backup de cosas importantes, como el gestor de contraseñas o la app OTP. Así me aseguro que al menos voy a tener un respaldo rápido si tengo algún problema con mi móvil principal.
Lo que más me sorprende es lo bien que ha envejecido. De hecho, todavía recibe actualizaciones. Empezó a mostrar signos de debilidad hace apenas un año, después de casi cinco en activo, algo que hasta entonces, que iba saltando de gama media en gama media, nunca había logrado. El ciclo de cambio era mucho más corto hasta que me lancé a la piscina con un gama ‘premium’.
El tiempo no perdona
Obviamente, el tiempo no perdona y ya se le nota un funcionamiento bastante más lento para ciertas tareas (ese segundito de delay al abrir y cerrar apps en segundo plano, por ejemplo). Pero hablamos de un teléfono que ya tiene seis años y mucha vida a sus espaldas.
La parte más castigada es la batería, con un 79% de salud, ya le cuesta mucho llegar al final del día. También la carga es otro de sus hándicaps, especialmente si lo comparamos con los gamas alta actuales. Tarda casi dos horas en alcanzar el 100%, algo que hoy en día ya me resulta bastante molesto.
Y, cómo no, la cámara es otro de los apartados a los que ya se le ven más las costuras. En buenas condiciones cumple de sobra, pero especialmente en grabación nocturna a la imagen le falta nitidez y le sobra ruido, como se puede apreciar en este fotograma.
A estas alturas del partido, y siempre que encuentres un buen precio, un iPhone 11 Pro Max me sigue pareciendo una buena compra si no necesitas un rendimiento muy agresivo, si buscas un móvil secundario o quieres el típico smartphone para llevarte de vacaciones, que cumpla con los mínimos pero que no te duela mucho si le pasa algo. De hecho, los iPhone reacondicionados de hace varios años suelen estar entre los más deseados por menos de 300 euros.
En mi caso, ahora tengo claro que no hay vuelta atrás y que aunque la inversión de un gama alta pica en el bolsillo cuando toca pasar por caja, es la mejor apuesta si buscamos un móvil que envejezca bien y que nos dure varios años.
Imágenes | Rodrigo Garrido (Xataka MX)
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