La madre de todos los cánones digitales: Francia quiere que los usuarios paguen por las descargas offline

El país vecino tiene una idea para recaudar más: que los usuarios también paguen cada vez que usan el modo offline del streaming al considerarlo una copia privada

Montaje Netflix
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Eva R. de Luis

Editor Senior

Antes de irnos de viaje, muchas somos las personas que aprovechamos la comodidad de nuestro WiFi para descargar unos cuantos capítulos de esa serie que estamos viendo en Netflix o HBO Max, de modo que podamos disfrutarla después, viéndola en la tablet, el móvil o el ordenador mientras vamos en tren o en avión. 

Pero ese sencillo gesto para entretenerse durante el viaje sin tirar del 5G pronto podría salir más caro al país vecino. Porque por si el precio de las suscripciones de los servicios como Netflix, HBO o Disney+, etc. no fuera suficiente, el gobierno francés está estudiando ampliar el canon digital por copia privada para hacerla extensiva a las descargas sin conexión del streaming.

Francia ha presentado una propuesta en Bruselas por la cual ese modo sin conexión de las diferentes plataformas de streaming pueda considerarse una copia privada y por tanto, quede gravada con impuestos. De momento, Bruselas le ha dicho que no.

¿Es el modo sin conexión del streaming "una copia privada"? Francia cree que sí

Antes de meternos en este berenjenal de derechos, algo de contexto. El canon por copia privada es una tasa aplicada a dispositivos y soportes de grabación (como el móvil, sin ir más lejos) para compensar a creadores por las copias privadas que se hacen de sus obras. La idea data de antes de la era del streaming y consiste en que tienes derecho a hacer una copia de tus obras para tu uso personal.

Algo así como una compensación para resarcir el perjuicio al patrimonio que la posibilidad de hacer copias privadas puede causar a quien tiene los derechos de propiedad intelectual.  Este canon por copia privada existe en Francia, pero también en España y para usuarios y usuarias se traduce en que cuando compras un soporte capaz de almacenar datos como un móvil, una tablet, un ordenador, un disco duro...se aplica este impuesto. Como recoge JeuxVideo, solo en Francia y en 2024 esta tasa recaudó 246 millones de euros.

Con la era del streaming, muchos de estos hábitos han pasado a mejor vida: preferimos consumir al vuelo las series desde las plataformas en lugar de almacenarlas, así que las ventas de soportes físicos disminuyen y con ellas, también la recaudación de los ingresos de la copia privada. Para quien tiene esos derechos de propiedad intelectual supone ganar menos. Así que Francia ha puesto los ojos en el modo sin conexión.

Y lo hacen bajo esta premisa: si el usuario descarga un archivo en su dispositivo, aunque sea de forma temporal, está haciendo una copia. Y si hay copia, hay impuesto. En la práctica supondría gravar la función de descarga que ofrecen servicios como Spotify, Netflix o Disney+. 

¿Cómo se haría? Aquí no hay un mecanismo definido, pero podría ser un impuesto sobre la suscripción o un suplemento que recaiga en los dispositivos. En cualquier caso, la idea está en que los usuarios pasen por caja. Y en este caso lo harían por partida doble, en tanto en cuanto ya han pagado el canon digital por el móvil o la tablet.

La idea de Francia no llega así porque sí: en Países Bajos HP y Dell insistieron en aplicar el canon por copia privada a los ordenadores porque se usan para el streaming. Cuando el caso llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, se puso encima de la mesa el quid de la cuestión: ¿es un archivo temporal en caché una copia privada? El único país del la UE que defendió una interpretación amplia fue Francia. De aquellas aguas, estos lodos.

Bruselas ha dicho no, gracias. El pasado 2 de octubre el abogado general del TJUE, Maciej Szpunar rechazó la propuesta en base a un razonamiento de sentido común implacable: la descarga en modo sin conexión en Netflix o Spotify no tiene nada que ver con una copia privada. ¿Por qué? Para empezar, porque ni siquiera es el usuario quien realiza la copia, sino la plataforma. Además, y esta cuestión es clave: el usuario no tiene ningún control ni propiedad real sobre el archivo: no puedes exportarlo ni modificarlo o hasta guardarlo si cancelas su suscripción. 

Pese a que Francia se ha llevado un no por respuesta y de que el país galo es el único que defiende esta extensión del canon digital, todavía no se ha rendido. Hay que tener en cuenta que el dictamen de Szpunar todavía no es la última palabra del tribunal. Por otro lado, la realidad es evidente: el lobby de la propiedad intelectual cada vez recauda menos por los soportes por el cambio de hábitos de su ciudadanía.



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