Actualizo las aplicaciones de mi móvil de forma automática. Lo que a priori es una buena decisión (tener siempre lo último de lo último para disponer de la versión más depurada), se ha tornado en contra de usuarios y usuarias. Me explico: opté por esta práctica porque ir actualizando a mano suponía un esfuerzo frente a aplicaciones esenciales en mi día a día pero eso implica firmar un documento en blanco para que los respectivos equipos de desarrollo renueven su software y este llegue a mi móvil cuanto antes.
¿Un documento en blanco? En muchos casos sí. O sea, para empezar, se da por hecho la buena fe y que cuando una app se actualiza, siempre es a mejor (esto obvia futuras novedades que igual no son tan buenas, cambios en el diseño desacertados, recortes impuestos, etc). Al fin y al cabo, son esas personas las profesionales y entiendo que quieren lo mejor para su proyecto.
¿No hay información de novedades relevante? Esa actualización no sube
El problema está en la información. Tener las actualizaciones automáticas significa que se actualicen sí o sí, incluso sin saber qué trae de nuevo. Pero es que tanto Google Play Store como App Store proporcionan a quienes están detrás de las aplicaciones una serie de documentos a rellenar, como la ficha técnica, los datos que extrae la aplicación y sí, también qué hay de nuevo en una actualización.
En este cajetín el equipo dev tiene un espacio limitado para detallar qué trae esa actualización. Entiendo que usuarios y usuarias no somos expertas en la materia, pero documentar está bien. Me muevo en el entorno informático y sé que es una de esas tareas que más pereza da. Documentar ayuda a saber qué se está haciendo y cómo y en el caso de documentar una actualización, sin entrar en demasiado detalle, permite conocer qué fallaba y qué novedades hay.
No cuesta demasiado y forma parte de unas esperadas y deseadas buenas prácticas en el sector, pero no se hace: basta con ir a las respectivas tiendas de aplicaciones y revisar las actualizaciones para encontrar que más de la mitad se limitan a solventar este asunto con una maldita frase: 'bug fixes and improvements' o su equivalente en castellano 'Correcciones y mejoras en el rendimiento'.
Sé que ni estoy sola en esto ni que sea algo nuevo: mi compañero Iván Ramírez se quejaba de ello en 2017 dentro del ecosistema Android y los pantallazos que estáis viendo son de App Store e iOS en 2024 con dos apps bastante conocidas: Tricount para dividir cuentas y la archipopular ChatGPT. El auténtico problema es que ni Google ni Apple parecen tener interés en solucionarlo: hay que rellenar ese cajetín con información relevante. De hecho, si miras la imagen que ilustra el artículo, te darás cuenta de algo: la propia Google lo hace con sus aplicaciones. Primero tendría que predicar con el ejemplo.
Quizás si nos negásemos a actualizar una aplicación por no saber qué trae, nos harían más caso. Pero eso implica tener que desactivar esa bendita opción de automatizarlo todo, hacerlo a mano con el esfuerzo que ello supone y correr riesgos. No, no corresponde a usuarios y usuarias, que ya cumplimos actualizando cuanto antes. La pelota está en el tejado de Apple y Google.
Portada | Montaje con Mockuphone y Foto de Codioful (Formerly Gradienta) en Unsplash
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