Hubo un tiempo en el que Japón dominaba el mercado de los chips. Y hoy ya suena extraño, pero en 1988, empresas como NEC, Toshiba o Hitachi acaparaban el 50% de la industria mundial de semiconductores. Décadas después, esa hegemonía se ha desvanecido, con un mercado actual en manos de compañías de Taiwán, Corea del Sur y una Estados Unidos agazapada entre sus aliadas.
Recuperar su posición. Tras su época hegemónica, a Japón solo le ha quedado un dulce monopolio, el de los circuitos integrados con JSR Corporation. Y a partir de ahí, parece que quieren volver a ser importantes en chips: Tokyo Electron se ocupa de rivalizar con ASML en las máquinas litográficas. Y Rapidus, en la fabricación de chips.
Un plan para recuperar el terreno perdido. El gobierno japonés ha puesto en marcha su particular estrategia para volver a ser relevante. Decidido a no quedarse atrás en un sector clave para su seguridad económica, Japón está realizando una inversión masiva. En proporción a su PIB, está invirtiendo más en su industria de chips que EE.UU., Alemania o Francia, con el objetivo de reconstruir el sector.
Fábrica de Rapidus construyéndose en 2024. Imagen de Wikimedia Commons
El arma para la reconquista tiene un nombre: Rapidus. La punta de lanza de esta estrategia es la anteriormente mencionada Rapidus Corporation. Fundada en agosto de 2022, no es una startup cualquiera. Nació con el impulso de su gobierno y el capital de un auténtico "dream team" de la industria japonesa: Sony, Toyota, NEC, SoftBank, Kioxia y Denso, entre otros.
El objetivo. Ese no es otro que competir directamente con los gigantes en la actual carrera de los 2 nanómetros. La misión de Rapidus es clara y ambiciosa: colocar a Japón en la vanguardia de los chips avanzados. Para ello, entrará a competir en el mercado de los 2 nm, el más avanzado, donde ahora mismo solo aspiran a estar TSMC, Samsung e Intel.
Y gran parte de este plan no será copiar a sus rivales, sino revolucionar la fabricación con robots e IA. Lo que hace que todos los ojos estén puestos en Rapidus es su diferente enfoque. Según su presidente, su nueva fábrica en Hokkaido estará completamente automatizada. Mientras que en las plantas actuales muchas fases de prueba y empaquetado son manuales, Rapidus dará un paso hacia la automatización de la industria.
La promesa. Rapidus avanza muy rápido, tanto como para tener una promesa muy ambiciosa. De momento, ya ha anunciado que ha fabricado con éxito su primer transistor de 2 nm. Su planta en Hokkaido está lista, ha recibido los primeros equipos de litografía de ASML y tiene sus miradas puestas en 2027, momento en el que planean empezar la producción a gran escala.
Esta automatización les otorga una ventaja competitiva: según la compañía, su tecnología les permite reducir el tiempo de entrega en un 66% en comparación con TSMC y Samsung. Y vaya si han generado interés, que firmas importantes como Google, Apple, Meta o Broadcom conseguirán sus semiconductores.
Orgullo nacional. Rapidus es mucho más que una nueva empresa de chips. Es la materialización de la apuesta de todo un país por recuperar el liderazgo en una industria crítica del siglo XXI. Aunque su éxito no está garantizado, tiene respaldo financiero y el músculo para, por primera vez en décadas, competir de tú a tú con los grandes dominadores del sector.
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