El presidente de la compañía, Marc Murtra, afronta el que será su primer gran examen ante inversores y el mercado: la presentación del nuevo Plan Estratégico. Un hito que no solo sustituye la hoja de ruta diseñada por su predecesor, José María Álvarez-Pallete, sino que marca el inicio de una etapa definida por una ambición: hacer de Telefónica una empresa más simple y fuerte, con mayor músculo financiero y capaz de liderar la consolidación del mercado europeo.
¿Está en juego solo la estrategia de una teleco española? En absoluto. Lo que Murtra ponga sobre la mesa afecta directamente a millones de usuarios, a las grandes infraestructuras de comunicación y, por supuesto, al bolsillo de miles de accionistas, desde los grandes fondos institucionales hasta el pequeño inversor.
El desafío es mayúsculo: explicar cómo la compañía pasará de la gestión de riesgos a la asunción de "riesgos calculados", combinando una estricta disciplina financiera con la necesidad de realizar costosas adquisiciones y la ambición de ser un actor clave en la ciberseguridad y la Inteligencia Artificial.
La dosis amarga: dividendo, ahorro y disciplina
El plan ya ha dejado un movimiento que ha agitado el mercado: la reducción histórica del dividendo en un 28%. La retribución al accionista pasará de 0,30 euros a 0,216 euros por acción. Si bien es una decisión poco frecuente (Telefónica solo lo ha cambiado tres veces en tres décadas), su impacto es inmediato y contundente, especialmente para accionistas históricos como CriteriaCaixa, clave para su obra social.
¿Por qué un recorte tan drástico? La estrategia es clara: alinear la política de retribución con la media europea para liberar recursos con un objetivo estratégico. En términos financieros, la medida supone un ahorro neto de 851 millones de euros en dos años, un capital que se inyectará directamente en reforzar la liquidez, reducir la deuda (que se busca llevar a 26.000 millones de euros en 2028, el nivel más bajo desde 2004) y financiar futuras adquisiciones.
La gran incógnita, la ampliación de capital. Pese al ahorro, las grandes operaciones que se barajan (como las compras en Alemania o España) son tan costosas que el mercado (analistas de BNP y JP Morgan a la cabeza) ya especula con una posible ampliación de capital de entre 3.000 y 10.000 millones. Murtra debe aclarar si esta vía será preventiva o solo se activará si se materializa una gran adquisición, lo que obligaría a los principales socios (SEPI, Criteria y STC) a realizar importantes inyecciones adicionales.
Liderar el Juego de Tronos de la consolidación europea
La segunda gran pieza del plan es la que tiene mayor impacto geopolítico: la consolidación del mercado europeo. Murtra ha convertido este objetivo en su bandera, y el mercado quiere saber cómo pretende llevarlo a cabo sin chocar con los férreos escollos regulatorios de Bruselas, y con centenares de operadores locales en contra. Las opciones sobre la mesa superan los 11.000 millones de euros:
En España, el dilema Vodafone vs. Digi. La compra de Vodafone España devolvería el liderazgo a Telefónica frente a MasOrange, pero el riesgo regulatorio es altísimo. Por eso, Digi emerge como una alternativa más viable: usa la red móvil de Telefónica, está valorada en unos 3.800 millones de euros y permitiría a la teleco española segmentar su oferta con tres marcas (Movistar premium, O2 medio y Digi para low cost).
Alemania y Reino Unido: recuperar el terreno perdido. En el cuarto mercado del grupo, Telefónica Deutschland planea la compra de 1&1 por unos 4.000 millones de euros, un movimiento crucial tras perder su contrato mayorista. Paralelamente, en Reino Unido, su joint venture VMO2 negocia la compra del operador de fibra Netomnia por 2.300 millones, consolidando un mercado fragmentado. Lo que parece inviable, al menos a corto plazo, es la opción más ambiciosa: la compra del 50% de Liberty Global en VMO2, una operación que superaría los 40.000 millones.
Más allá de la red: simplificación, IA y eficiencia
Un plan de esta envergadura no puede ignorar el engranaje interno. La nueva estrategia de Murtra incluye dos ejes cruciales que afectarán al día a día de la empresa y su personal:
Los nuevos negocios: de la fibra a la IA. El plan apuesta por una estructura más simple y por el refuerzo de áreas de alto crecimiento como ciberseguridad, defensa e Inteligencia Artificial. Esto obliga a redefinir el futuro de Telefónica Tech, la joya de la corona de la etapa anterior, que podría reintegrarse en la matriz para volverse una unidad transversal, con compras estratégicas como la reciente de Ayesa. Se trata de pivotar el negocio más allá de la mera conectividad.
Plan de ajuste de plantilla. Telefónica prepara un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afectará a entre 4.000 y 7.000 empleados en España. Lo novedoso es que, por primera vez, el ajuste afectará al centro corporativo y a filiales clave como Telefónica Tech. El objetivo es optimizar recursos y cerrar el acuerdo antes de finales de 2025.
El plan GPS (Crecimiento, Rentabilidad y Sostenibilidad, en inglés) se apoya en cinco palancas que Telefónica define así:
- La sostenibilidad del crecimiento de los ingresos de servicios particulares.
- El mantenimiento del buen momento del negocio de empresas.
- La evolución de los ingresos derivados de los acuerdos con los partners de la compañía.
- La obtención de eficiencias que ayuden a reducir la estructura de costes.
- La reducción de la inversión que implica un perfil menos arriesgado en innovación, como el carpetazo a los principales proyectos abanderados por Chema Alonso, pero manteniendo el perfil diferencial de Telefónica en el sector.
Murtra debe ser claro, valiente y mostrar una estrategia viable
El Capital Markets Day no es solo una presentación: es la prueba de fuego de Marc Murtra. El mercado espera ver una estrategia con claridad en las prioridades, valentía en las decisiones difíciles (como el ERE y el recorte de dividendo) y, sobre todo, viabilidad en la ejecución.
Telefónica ya ha visto cómo su acción sube un 15,1% desde enero, reflejo de una expectación positiva. No obstante, el verdadero éxito del nuevo plan no se medirá el 4 de noviembre, sino en los próximos 12 a 24 meses. Es el tiempo en que Murtra deberá demostrar que la promesa de “asumir riesgos calculados” es la piedra angular de la supervivencia y el liderazgo de Telefónica en la nueva y compleja Europa de las telecomunicaciones.
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