Cuando observamos el mercado de teléfonos móviles agrupando a las marcas por su país de procedencia, tenemos tres facciones bastante diferenciadas del resto. Por un lado tenemos al bando chino, con tres de los cinco grandes fabricantes actuales de su parte, además de una inmensidad de pequeñas marcas. Por otro lado tenemos al bando coreano, con Samsung y LG liderando la marca. Y por otro tenemos al bando norteamericano, con un Apple que gobierna con una clara hegemonía.
Cada uno de ellos ocupa una posición distinta en el ranking mundial de constructores, pero en su propio país se produce tal desequilibrio a favor de las compañías locales que no podemos hablar de otra cosa que de amores imposibles. Marcas que son capaces de todo en diversas partes del mundo pero que tienen zonas vetadas, los hogares de su competencia.